El TDAH, por su característica heterogeneidad, está exigiendo cada vez más la participación de equipos multidisciplinares que tengan en cuenta todos los ámbitos en los que se avanza en su conocimiento e investigación. Y es que, aunque ya llevamos 20 años de investigación en el área, aún hoy existen nuevos elementos que van surgiendo en el diagnóstico y en la intervención de este trastorno. Así, sabemos que nuestro país el 25 % de los niños sufren algún tipo de abuso o maltrato en la infancia, y que algunos de estos desarrollan como consecuencia un trastorno postraumático o un trastorno complejo del desarrollo. Por ello, es imprescindible avanzar en el discernimiento entre el TDAH y un trastorno de este tipo, dado que además en muchos casos estos eventos no serán explicitables y/o verbalizados por el menor. Por otro lado, es imprescindible resolver la relación del TDAH con elementos transdiagnósticos, tales como el Tempo Cognitivo Lento, de cara a comprender si ambos serán de una manera solapada o incluso comórbida y entender el mecanismo psicopatológico y cognitivo por el que se relacionan. Es, por ello, necesario avanzar en el conocimiento del diagnóstico diferencial entre ambos. Otra área que promete aportar en el conocimiento de la evaluación e intervención en el TDAH es la psicofisiología, donde los marcadores y endofenotipos electroencefalográficos suponen una herramienta prometedora. Finalmente, nos falta caracterizar totalmente la amalgama de fenotipos que se pueden presentar, de manera que es muy reciente el descubrimiento de la distorsión en la estimación temporal como síntoma nuclear del TDAH, con todas las derivadas que eso supondrá. Debemos, no obstante, conocer este déficit y su caracterización, en pro de un mayor manejo clínico en la evaluación e intervención sobre este trastorno.